(Conversando con Dios a la sombra de la acacia)
Gladiolos y azucenas
Padre piadoso, tú me has regalado dos gladiolos y tres blancas azucenas; pero una
de ellas tiene los ojos azules como el alba, y sus mejillas están llenas de vida y
alegría. Yo le puse un nombre de princesa: Se llama"La bien coronada"; sólo falta
que tú la toques con tu Santo Espíritu, para que sea aún más bella. El día de mi paz,
la noche de mi alegría, tú llevarás a mi princesa a beber de tu fuente.
Tomarás en tus manos aquel ramito de gladiolos y azucenas, y les darás vida,
porque tus ojos los cuidarán.
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