TIERNAS MANOS
Niño que fuiste
en mi vida
esperanza taciturna;
la plantita
incrustada
por tus infantiles manos,
tiene dos ramitas
de sol naciente.
La regué
con la fe de tu alma,
y la mimé
con el silencio
de mis lágrimas.
Para mecerte
he nacido.
He atravesado
solitarias nubes,
para llegar
hasta la claridad
de tu casta vida
a ofrecerte mis rodillas.
Para sembrar
contigo
este verdor
junto a la puerta.
Ahí yace esperando
tu voz humilde
de infancia dormida.
Y tú la llamarás
por mi nombre,
y jugarás con la tierra
y el agua
como entonces.
En la mística tarde
en que me vaya,
habrá brotado
una hoja melancólica
de Abril.
Mi niño,
al fin estoy en ti.
Ya mis ojos
miran por tus ojos;
y en tu mano extiendes
un dulce pan para mí.
INGRID ZETTERBERG
Dedicado a mi amado nieto Adrián,
a sus 4 años maravillosos, en Abril
del 2,010 en Miami, Florida.
De mi poemario
"Tu luz y mis versos"
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