NACER EN SU MIRADA
No quiero nada sin él, sólo quiero
extinguirme a su lado.
Anhelo sus canas onduladas
para mi pecho angustiado.
Deseo la tristeza de mis ojos,
junto al nudo de su garganta.
Sólo su vida para mi vida.
A los dieciocho años yo nací.
Una tarde santiaguina de invierno
yo aprendí a vivir en sus ojos;
y se hizo necesario para mis oídos,
su acento, su voz queda, sureña.
Mi mitad absoluta;
hacia él corre mi alma,
sedienta de sus deseos.
Mis manos lo esperan, para espantar
las sombras de su amada frente.
Tras el bálsamo de sus lágrimas,
está la serena luz que aguarda
en sus miradas,
para ahuyentarme las tinieblas
de su ausencia.