EL HOMBRE Y LA ADVERSIDAD
Hombre envuelto en dolor,
vas y vienes
por la casa,
por el largo corredor...
Tus manos
avivan en el fuego
unas tortillas
de espinaca...
Luego
te escucho en el silencio
susurrando soledades,
son tus años
que se fueron
entre jueces y abogados.
Es tu llanto
que aflora
en los recuerdos.
Es la injusticia
hecha llaga
en los rincones
de tu alma.
¡Apaguen las luces!
es tu voz a diario,
como un pregón
en las noches
interminables.
Hombre de adversidades,
abandónate
en los brazos de Dios.
Él es el único
que sana oscuridades.
INGRID ZETTERBERG
Dedicado a mi amado esposo
cuando aún yo guardaba
vanas esperanzas.
Año 2,005
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