MI LUCIÉRNAGA
He llegado
al final
de esta jornada;
y mi espíritu
anhela volver
a aquellos días
en que tú eras
mi pequeña,
y tu voz
de luciérnaga
inventaba fábulas
de vida
en lejanos planetas,
mi espíritu anhela
volver
a tu inocencia ciega,
a tus manos finas
que consolaban
mi frente.
Tu voz
de tierna profeta
iluminada,
que nacía
de las fuentes
del misterio,
eran piedras
preciosas,
que Dios ponía
en tu alma
para consolar
mis heridas.
Hija amada,
aún estarán
juntas
nuestras vidas,
bajo la luz
de las promesas
cristianas,
como vuelo de aves
azuladas,
en el atardecer
de un jardín
inolvidable.
INGRID ZETTERBERG
Dedicado a
mi amada hija Natalie
Año 1,995
De mi poemario
"Los girasoles eternos"
Derechos reservados
Safe Creative Cta. 1006080193112