EN EL DÍA SOÑADO
Cuando yo creo
que ya todo oscurece,
que ya no hay lirios blancos
en mi paisaje,
tú vienes a mí
y me sorprendes;
traes en tus manos
un nido tibio
de pájaros celestes.
Y se abre
como una flor silvestre
tu perdón.
De un capullo ignoto
se encendió la luz
y ofrendó sus pétalos puros
a mi alma oscurecida;
a mi alma atravesada
por el cuchillo del dolor.
Y una gran esperanza
aleteó sus alas
de plata
sobre mi balcón.
Y descendieron
aguas aromáticas
para que yo bebiera
de tu paz.
En el día soñado
yo espero...
Y azules campanas
tañerán desde lejos
anunciando aquellos pasos
húmedos de lluvia,
que se ausentaron.
Y rebosará de voces y risas
mi ardiente morada.
INGRID ZETTERBERG
Dedicado a mi amado Señor Jesús
De mi poemario
"Fragancia espiritual"
Derechos reservados
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrar